Foto: Dani Molinero |
La confianza es la
premisa fundamental para cualquier tipo de relación intensa y duradera, ya lo
sea ésta de índole profesional o personal. Una cualidad que ni se gana ni se
pierde, sino que se transforma a lo largo del tiempo. La
confianza debe ser dual, mutua. Y se debe buscar el espacio para
fomentarla, para lograr la conexión. ¿Pero cómo proyecta e inspira el Gestor
dicha confianza?
Si queremos proyectar confianza necesariamente tendremos que tener confianza en nosotros mismos, autoconfianza. Nadie te dará nada de lo que no tiene o no le pidas burbujas a un café. La Autoconfianza será una característica vital para que el Líder inspire confianza a su equipo, para encontrar el camino por el cual transitar.
“Puedo porque pienso que puedo”, eslogan vital de Carolina Marin, bi-campeona del mundo de bádminton.
Quisiera manifestar mi total ignorancia por el mundo del bádminton profesional;
ni siquiera me sonaba el nombre de la Campeona hasta escuchar dicho eslogan
que, sinceramente, me sedujo. Algo parecido había sido mencionado por Henry
Ford en el pasado, tanto si piensas que
puedes, como si piensas que no puedes, estarás en lo cierto. Me quedo con
la versión actualizada de Carolina. Más sencilla, más concisa, y más cercana. Irremediablemente,
la actitud transforma la realidad.
¿La vida te domina a ti o
tú dominas tu vida? La Autonconfianza o la confianza en sí mismas ayuda a las
personas a asumir el control de las circunstancias
en vez de dejarse arrastrar por ellas. Cualidad sustentada en el individuo a
partir de las vivencias y experiencias pasadas que le aportan luz para el
futuro. La Autoconfianza debe estar sustentada en algo y se puede pecar de ella
tanto por defecto como por exceso. Pero sobre todo, intentaremos resaltar que
se trata de un concepto que se puede desarrollar. El autoconcepto, la autoestima
y la autoeficacia son los tres pilares fundamentales de la Autoconfianza. Atributos
complementarios entre sí, pero no sinónimos. Pasamos a caracterizarlos de
manera individual.
Autoconcepto: todo empieza por conocernos a nosotros mismos,
por la imagen que tenemos de nosotros mismos. A su vez nuestra autoimagen se ve
irremisiblemente retroalimentada por la actitud que tienen otros hacia
nosotros. Tú eres lo que los demás opinan
de ti cuando tú no estás. Los mensajes percibidos de terceros estimulan
nuestras propias creencias. Por lo tanto somos esencialmente lo que proyectamos
y esa es nuestra autoimagen, a no ser que decidamos convertirnos en ignorantes.
De todo hay en la vida del Señor.
Autoestima: nivel de aceptación o autoaceptación que emana de la valoración que hacemos de nosotros mismos en relación
a los acontecimientos personales acumulados a lo largo de la vida. Podemos
sentirnos capaces o incapaces, inteligentes o limitados, atractivos o
aburridos, etc. Este sentimiento de uno mismo cobrará influencia vital a la
hora de poder desarrollar todo el potencial como individuo.
Autoeficacia: término que deriva de la creencia en nuestra
propia capacidad para desarrollar tareas futuras. Lo importante es la evolución
de dicha capacidad y que los objetivos propuestos sean más ambiciosos conforme
vayamos consiguiendo otros objetivos. Cualquier
nuevo reto implicará aceptar las
limitaciones que tiene uno mismo para intentar superarlas. Se trata de
exponerse, de promover el esfuerzo y la perseverancia para superarlas.
¿Pero cómo desarrollamos
la autoconfianza?
La
autoconfianza nace en la cuna, o
incluso antes, nada más salir el bebé del vientre de la madre a un entorno
desprotegido. Su desarrollo comienza con el sentimiento afectivo de la criatura
con su madre o la persona que lo cuida la mayor parte del tiempo; el apego.
Este sentimiento viene determinado por la atención y contacto en modo de
caricias y calor humano dispensado por el cuidador y que es considerado por el
bebé como el firme compromiso para ocuparse de él y protegerlo. El hecho de
sentirse apoyado en todo momento transforma al bebé en un niño autoconfiado dispuesto
a abordar nuevos retos. Por el contrario la falta de emociones positivas y la
incomprensión junto con los déficits de atención y cariño revierten en
sensaciones de inseguridad y temor para afrontar los acontecimientos de la
vida. El contexto y las circunstancias de la infancia son por lo tanto
fundamentales, ya que condicionarán todo el desarrollo posterior. A los niños
les gusta hacer lo que los demás dicen que no son capaces de hacer, … ¿y a
quién no? Por lo tanto debemos encauzar esta
predisposición de manera positiva y proporcionarles experiencias que
fortalezcan la seguridad en sí mismos. Desde la muy temprana infancia por lo
tanto se trabaja la autoconfianza.
Si bien los primeros años
de vida resultan vitales en el desarrollo de la misma debemos asumir la
necesidad de ir trabajándola día a día a lo largo del
tiempo. La consecución de metas nos proporcionará la confianza y seguridad para
abordar otras más altas. Debemos ser conscientes de nuestras capacidades, pero
también de nuestras limitaciones para poder superarlas. A lo largo de la vida
perdimos algunos talentos, y tal vez desarrollamos otros. Para superarnos en ocasiones podemos recurrir a talentos que dejamos atrás.
Seguro que con reflexión y esmero podemos recuperar algunos. Pero también
podemos recurrir al desarrollo de nuevas capacidades. Nuestra capacidad de huir
de nuestra zona de confort y de poner en marcha nuestra capacidad de
exploración será vital.
La seguridad está en uno
mismo, es la autoconfianza. Se trata básicamente de conocerse bien, de creer en
uno mismo y de querer seguir aprendiendo de uno mismo mediante estímulos
positivos, independientemente de los éxitos o fracasos cosechados. Sólo fracasa
aquel que se da por vencido. Todo parece imposible hasta que se hace (Nelson
Mandela).
Cuídate y cuida a los
tuyos, huye de tu zona de confort, planta cara a tus miedos, vigila tu salud y
alimentación. Depende de ti fundamentalmente; tu actitud y tus pensamientos
condicionan la realidad. Con actitud positiva y un buen entrenamiento incluso
puedes modificar tu personalidad. Toda rutina practicada 21 días seguidos, se
convierte en hábito. Potencia entonces cada día los buenos hábitos. Esmérate y
ponte guapo, mírate al espejo cada
mañana y dite a ti mismo antes de salir por la puerta: “hoy va a ser un gran
día”. Dani Molinero – Molinesia ©