Foto: Dani Molinero |
Liderazgo: dícese del término de vanguardia en boca de todo profesional que se precie en el mundo de las organizaciones. Acepción más o menos abstracta y asociada habitualmente a múltiples definiciones de carácter poco explícito. Ni siquiera la definición de la RAE nos otorga demasiada luz (Liderar: Dirigir o estar a la cabeza de un grupo, de un partido político, de una competición, etc.). Definición demasiado simplista para un término tan relevante.
En el
presente no podemos concebir el Liderazgo Organizacional como un término
estático, ni tampoco plano. Un acercamiento más preciso a él implicará
necesariamente la aceptación de la singularidad del mismo. Singularidad de dimensión múltiple, asociada a un
ferviente nivel de dinamismo. Es por ello que, en lugar de centrarnos en la
propia definición, será más ilustrativo caracterizar la función vital del
mismo.
El
Liderazgo viene necesariamente asociado a la capacidad de poder ejercer Influencia
sobre los demás. Influencia para incitar a la acción e impulsar la consecución
de un objetivo. Dicho de otra manera, estimulación de la acción de terceros asociada
a un fin que puede ser constructivo o destructivo (Adolf Hitler también era un
Líder).
¿Pero cuál será la actidud más propicia del buen Líder para influenciar a sus colaboradores?
¿Pero cuál será la actidud más propicia del buen Líder para influenciar a sus colaboradores?
A lo largo
del tiempo el Poder se presenta como el atributo de dimensión más primitiva
para ejercer la capacidad de influencia. Autoridad vertical promovida por el
“jefe” o imposición de la jerarquía. A través del Poder se gobierna promulgando
acciones concretas, que dan, en el mejor de los casos, con las soluciones
esperadas. Acción reactiva (lenta) canalizada a través de altas dosis de
control con el empleado. Los protocolos de control desmesurado son la base de
alimentación de la desconfianza. El protocolo como arma defensiva, el Poder del protocolo ante la ausencia del sentido común.
El Gestor actual debe promover la dimensión suprema del Liderazgo. Todo buen Líder
que se precie tiene la obligación de conseguir la mejor versión de sí mismo, así
como la de todos aquellos que lo rodean. El concepto vital es por
tanto la capacidad de Inspiración ejemplarizante sobre los demás, la virtud de
alinear a los colaboradores con el objetivo común; la tracción mediante la
convicción, supresión del control y altos niveles de autonomía. A través de la
Inspiración se conseguirá todo lo que se
consigue mediante el Poder, además de intangibles colaterales.
Intangibles a modo de propuestas adicionales y enfoques alternativos, en cada
caso, independientemente de que fuesen solicitados o no. En consecuencia, la
conjugación de todo ello revertirá en la consecución de logros extraordinarios.
La inspiración genera muchísima más riqueza. No solo enriquece a las
organizaciones en su conjunto, sino a todos sus miembros de manera individual.
¿Pero cómo
ejercer un Liderazgo influyente?
El Líder nace y se hace. Ambos conceptos son necesariamente complementarios. Es cierto que existen
los líderes naturales; su cualidad principal es el Carisma o el don natural de la atracción para persuadir, seducir e
influenciar. Personas que tienen una gran accesibilidad y proyectan gran
atracción en la primera impresión mediante su presencia, palabra o
personalidad. Además la sonrisa, la cercanía y la amabilidad contribuyen a
generar el primer impacto. Pero no sólo
de primeros impactos vive el Líder, sino de comportarse como tal de manera continuada.
Lo
importante es la actitud. Partiendo
de la base de que el ser humano puede ser capaz de modificar su conducta a
través del aprendizaje, todo el mundo puede convertirse en un Líder influyente,
o al menos mejorar su capacidad de influencia. La formación y la experiencia
son factores determinantes. No sé trata por lo tanto únicamente de haber nacido
con las cualidades innatas del Líder natural, sino también de forjar una trayectoria ejemplarizante en el tiempo.
Pero antes de ser capaces de seducir a los demás, deberemos ser capaces de seducirnos
a nosotros mismos. Convertirnos en Líderes puede ser un objetivo ambicioso,
pero alcanzable. El camino hacia la isla Molinesia irá abordando las pautas
necesarias para ello. ¡Disfrutadlo! Dani Molinero –
Molinesia ©
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